Cacería en Venecia
Whodunit con elementos sobrenaturales ambientada en Venecia en 1947
Cacería en Venecia
Cacería en Venecia
Whodunit con elementos sobrenaturales ambientada en Venecia en 1947
Es la tercera adaptación de Kenneth Branagh de una novela de Agatha Christie. Las dos anteriores fueron Asesinato en el Expreso de Oriente (2017) y Muerte en el Nilo (2022).
En los noventa, Branagh adaptó cuatro veces a Shakespeare y también una versión excelente de Frankenstein. Entonces, sabemos que es un juego en el que tiene todos los ases. Queda para otra vez charlar porqué cambió el teatro isabelino por la novela popular.
Asesinato en el Expreso de Oriente me pereció prolija. Con Muerte en el Nilo encontré un film lleno de color, luz, elegancia, belleza y sofisticación. Pensé: «Esta película en una sala con pantalla grande debe ser inmejorable». Si el cine es un medio audiovisual, Muerte en el Nilo fue una golosina para los ojos.
Esperando repetir la buena experiencia, vi en el cine Cacería en Venecia. Pantalla grande, sonido Dolby Stereo, subtitulado correcto y en una sala sin niños.
¿Qué podía salir mal?
¿Qué pudo salir mal?
¿Qué salió mal?
Nada.
¿Se cumplieron mis expectativas de festín ocular? No. Faltó color, lujo y belleza… porque la película DEBÍA ser lúgubre, oscura y decadente. El film muestra una Venecia sin romanticismo: vieja, húmeda y descascarada porque eso es lo necesita la historia: la omnipresente muerte que primero saborea y luego muerde. Saturno los prepara y Plutón se los lleva.
¿De qué se trata? Un misterio que se mueve entre el crimen y lo sobrenatural, con mucha tensión y ambientado en Halloween. No cuento más para que la disfruten mejor.
En la entrega de los Oscars no creo que se destaque, pero cumple con entretener y quizás, reflexionar. Me gustó y seguro la vea de nuevo.
La película es del subgénero Whodunit (¿Quién es el asesino?). Una convención de Whodunit es que el espectador y el personaje del detective manejan la misma información y ambos pueden resolver el misterio. Desconociendo lo anterior, La Nación la calificó injustamente de «previsible».
Más allá del argumento (¿controversial?) de «respetar las convenciones del género es respetar al espectador que pagó una entrada para ver las convenciones del género», también podemos argumentar que un film es más que su final: es todo el camino para llegar al desenlace y en esta película es un recorrido muy satisfactorio.
Antes de cerrar: en Muerte en el Nilo hay un guiño al Fantasma de Canterville («¿Por qué pintó con ese color?»). En esta no encontré ninguno, avísenme si se me escapó… no cuenta la lancha con los paquetes.